jueves, 20 de agosto de 2015

del movimiento a la DANZA


El movimiento corporal en el individuo es un acto natural que forma parte de cualquier proceso de aprendizaje, sea de desarrollo psicomotriz, desarrollo físico o incluso intelectual. Si a este movimiento natural del niño le incluimos melodías y sonidos, este movimiento natural se enriquece con el ritmo musical y se transforma en movimiento rítmico o movimiento musical. Con el cual se expresan sensaciones y emociones a los demás. Para Emile Jacques-Dalcroze (Jacques-Dalcroze, 1965) existe una conexión instintiva entre el hecho sonoro y el movimiento corporal, de manera que las impresiones musicales despiertan imágenes motrices y la música no se percibe sólo con el oído, sino con todo el cuerpo. El cuerpo se convierte así en un gran oído interior, hasta el punto de que cualquier hecho musical, sea de carácter rítmico, melódico, armónico, dinámico o formal, puede ser representado con hechos corporales (Martin, 2005).

Dentro del propio movimiento, se pueden distinguir diferentes factores los cuales forman parte de la formación y educación del niño:
  • Objeto que se mueve (persona, personas, o incluso con complementos)
  • Dirección (espacio y sentido)
  • El grado de energía (intensidad)
  • Tiempo (duración)
El concepto de tiempo, con el que se relacionan tanto la velocidad del movimiento como su duración, y sólo mediante ésta se pueden captar aspectos del mismo. La conciencia del tiempo es difícil de adquirir; sin embargo, es posible experimentar la percepción temporal de forma inmediata, instintiva y consciente a la vez, cuando los movimientos corporales se unen al ritmo, puesto que el ritmo natural se encuentra en todo ser humano.

Además, todo movimiento corporal tiene necesidad de espacio, concepto que conviene medir bajo distintos parámetros. Se entiende aquí por espacio el entorno en el que nos desenvolvemos. Se puede hablar de espacios pequeños, grandes, abiertos, cerrados…; pero el tipo de espacio que nos interesa destacar es el que está en relación con la persona. Existe un espacio personal que está inscrito en el propio cuerpo. A efectos del movimiento rítmico, se produce al conectar entre sí elementos corporales; por ejemplo, cuando se percuten palmas, chasquidos con los dedos, etc. 

Existe también un espacio parcial, el espacio inmediato al cuerpo, que comprende el espacio que nos rodea cuando no nos desplazamos. Los conceptos de derecha-izquierda, arriba-abajo, delante-detrás, centro, alrededor, etc. pertenecen a este espacio próximo. También se conectan, en relación con este espacio, los tres niveles de planos: alto, medio y bajo. El conocimiento del espacio total, o espacio abarcado por el desplazamiento corporal, descentraliza a la persona de su yo, le ayuda a tomar conciencia de su lugar en relación con los demás y a utilizar el espacio de forma diferente. Su práctica incluye desplazamientos en diagramas geométricos curvos —círculos, espirales, arcos...—, rectos —líneas rectas, paralelas, diagonales; cuadrados, guardas, arabescos....—, evoluciones… Es, en definitiva, el espacio en el que se realiza el movimiento rítmico y la danza.

De esta manera, los planteamientos metodológicos que se presentan a través del movimiento ayudan a los alumnos no sólo a desinhibirse, y como consecuencia a expresarse corporalmente con mayor desenvoltura, sino a estar en consonancia con el hecho sonoro. Por eso Martin (2005) señala que es importante el uso de los sonidos en todos los planteamientos didácticos.
  

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